I «Cuanto más sabes sobre los Beatles, más fascinantes se vuelven», Mark Lewisohn

Escrito por Marta G. Navarro
Fotografía Manuel González

publicado originalmente en jotdown.es

Calcula que tardará un total de treinta y cinco años en completar los tres volúmenes de la biografía definitiva sobre los BeatlesTune In. Es el hombre que tiene acceso a archivos sobre la banda a los que no tiene acceso nadie más en el mundo. El hombre al que recurre Paul McCartney cuando quiere comprobar algún dato sobre su propia vida. Mark Lewisohn (Londres, 1958) lleva prácticamente toda su vida laboral cotizando en la beatlemanía. Estuvo allí durante las sesiones de grabación del proyecto Anthology en 1995, en las cuales George, Paul y Ringo no solo trabajaron en «Real Love» y «Free as a Bird» sino que también en la recientemente publicada como «última canción de los Beatles», «Now and Then». 

Nos recibe en la terraza del Hotel Inglaterra, en pleno centro de Sevilla, después de participar en el evento Beatlefeast, que congregó a más de cien músicos y expertos en distintas sedes de la capital hispalense durante cuatro días a finales de octubre. Además de él, se dieron cita más de treinta músicos y bandas, expertos y allegados a los Beatles como Pattie Boyd (la eterna Layla de Clapton) o Julia Baird, hermana pequeña de Lennon. 

Bueno, Mark, hablemos de la nueva canción. ¿Qué te parece?

Me siento aliviado. Es un alivio que sea una buena canción, porque estaba preocupado. Escuchando la demo original de Lennon te das cuenta de que es un poco sensiblera, lenta, poco inspirada… Quiero decir, el propio John no la desarrolló. No pensó que mereciera la pena. Así que me preocupaba que como canción de los Beatles fuera a ser un poco aburrida, pero pienso se las han ingeniado para sacar de ahí un buen tema. Aunque ni mucho menos una cara A a la altura de los Beatles. Es lo que pasa cuando trabajas con un material, y tratas de que suene bien, cuando ese material no era necesariamente bueno en un principio. Creo que han hecho un buen trabajo, pero no tiene ninguna de las virtudes que tenían las canciones de los chicos en los 60. No tiene la emoción que desprendían. Te hace sentir triste, en lugar de transmitir positividad. 

Hoy tenemos la suerte de poder charlar contigo en Sevilla, pero en el año 95, cuando se estaban produciendo las sesiones de grabación de Anthology, tú estabas allí. ¿Qué recuerdas de todo aquello? Especialmente de la grabación de las canciones, en el estudio de Paul.

Sí, estuve involucrado en el proyecto y sé cuándo tuvieron lugar las sesiones de grabación de las canciones. Aunque no estuve presente. Y sé que, cuando llegaron a «Now and Then», George había perdido la paciencia. No quería trabajar en esa canción de ninguna de las maneras, pensaba que no era una buena canción. Estaba muy frustrado, además, con las limitaciones técnicas de la demo. Así que, básicamente, se fue. Renunció, dijo «no quiero hacer esto», y es por eso por lo que «Now and Then» no había salido a la luz hasta ahora. Paul parece que tiene más fe en la canción de la que tenía George. Y creo que es únicamente gracias a Paul que este proyecto se ha impulsado ahora. 

Tengo la impresión de que Paul quiere meterle mano a todo el material inédito, y proyectos pendientes de los Beatles, antes de morir. Quizá para que no tomen otros por él las decisiones de qué hacer con todo eso.

Es posible, y suena razonable. Sabe que no tiene mucho más tiempo para hacerlo. Así que es el impulsor de proyectos como este, sí. Pero, por otro lado, no parece terminar de sentirse cómodo tomando el control. Como, por ejemplo, en el solo de guitarra de «Now and then» en el que usa la técnica del slide en homenaje a George, pero no acaba de meterse en sus zapatos, no termina de sonar a George Harrison. 

Es cierto, suena a Paul haciendo un slide más que a George. Ese solo es muy McCartney, en realidad. 

Sí, supongo. Pero es que es inevitable. Y no creo que Paul pueda controlarlo. El solo tiene la intención, el tempo y la energía propias de Paul intentando hacer su papel como Beatle superviviente. Lo mismo que Ringo, que toca la batería sin inventar nada nuevo, siendo simplemente Ringo. Como te decía, Paul la ha impulsado, pero no termina de encontrar su lugar en la canción. Podrían haberse ahorrado todo esto, pero no lo han hecho. Y, para mí, es un trabajo menor. Como un plato fuera de carta, pero ni mucho menos parte del menú principal de los Beatles.

Volviendo a 1995, a cuando trabajaste en el proyecto Anthology (libro, documental, discos…) ¿Cómo terminaste metido ahí? 

Me contrataron los Beatles, a través de Apple, para trabajar en el documental, que se emitió como especiales televisivos, como asesor. Pero también me contrató EMI para que ayudase a George Martin con el material que iría en los CD. Así que estuve involucrado en las dos áreas. 

¿Y no trabajaste en el libro de Anthology

No, hice un pequeño editorial y poco más. Es decir, también estuve trabajando en el libro pero no muy a fondo. Piensa que fue un trabajo de varios años. Lo que sí hice fue echar una mano a los equipos que trabajaban en él. Estoy muy contento con el resultado, me parece un buen libro. Anthology en general, tanto el libro como los discos y el documental, me parece un proyecto brillante de principio a fin. Y si me hubiese encargado yo, no habríamos llegado a tiempo porque era mucho material y solo teníamos seis años para acabarlo todo. 

No era la primera vez que trabajabas para los Beatles, tú ya llevabas un tiempo trabajando con Paul McCartney, ¿no? 

Sí, la primera vez que trabajé con Paul fue en 1987. Me contrató para ayudarle con su autobiografía. Al final no la hizo, pero tardó como cinco o seis años en decidirse a abandonar del todo la idea. Así que, durante ese tiempo, como tenía un contrato firmado con él, hice otras muchas cosas para Paul. Cuando te he contado que me contrataron a la vez Apple y EMI para trabajar en Anthology, ¡también estaba trabajando al mismo tiempo con Paul en sus proyectos! Y yo creo que eso afectó a su relación con George, al que no le hacía gracia pensar que, en realidad, yo no trabajaba para los Beatles sino para Paul. A ver, en aquel momento no se llevaban muy bien que digamos. George era desagradable con Paul todo el tiempo. Le buscaba, le irritaba a propósito y hasta parecía disfrutar con ello. 

George era el yin y el yan. Podía ser tu mejor amigo, o tu peor enemigo. No había término medio. Y no solía cambiar de opinión. Así que humillaba constantemente a Paul, conscientemente, y eso terminó por molestar a McCartney. George también me humillaba a mí, por extensión. Y, pese a todo, Paul me pedía que le ignorase. Me decía que no me preocupase por lo que pudiera decir. Pero yo me preocupaba, ¿cómo no hacerlo?

Mira, al final para poder hacer Anthology con esa tensión había que negociarlo todo. Era un tira y afloja. Así pasaba también con la elección de las personas que trabajábamos en el proyecto. Por ejemplo, Paul quería a George Martin pero George quería a Jeff Lynne para producir las nuevas canciones. A Martin no le sentó muy bien, pero había que respetar el voto de George Harrison. Que, por cierto, no quería a Geoff Emerick (ingeniero de sonido de los Beatles), pero Paul sí le quería y esa batalla la ganó. 

¿Y Ringo no tenía voz ni voto?

Sí, pero no los usaba. Siempre decía algo como «lo que decidáis estará bien». No porque no tuviese nada que decir, sino porque tenía otras prioridades que no eran esas batallas. Y, además, compartía con Paul la visión global respecto a Anthology. En lo que a mí respecta, Paul le dijo a George que escogiese al diseñador del proyecto que él me escogía a mí para trabajar con ellos. Lo uno por lo otro, así que Harrison tuvo que aceptar. Pero ahora, pasado el tiempo, no sé si fue una buena idea. 

Siempre he tenido curiosidad, Mark, acerca de cómo empieza uno a dedicarse profesionalmente a trabajar como investigador musical. O cómo es ese momento en que un beatle reconoce tu trabajo por primera vez, y cómo lo viviste. 

Pues mira, sobre 1981 o 1982 EMI Records empezó a consultarme datos. Y, obviamente, eso me hacía sentir muy orgulloso. Pero la primera vez que uno de los Beatles me reconoció fue cuando mi primer libro salió a la venta en 1986. Se llamaba The Beatles Live!, y Paul se me acercó en una fiesta para decirme que lo había leído y le había gustado mucho. Se alegró de conocerme, y me dijo que mi libro se había convertido en su favorito sobre los Beatles. Imagínate cómo me sentí. 

Un año después, en 1987, EMI me pidió que escribiera un libro sobre las sesiones de grabación de los Beatles. Nos habíamos caído tan bien que escribí a Paul para preguntarle si le podía entrevistar para el libro. Como ya nos conocíamos, y le había gustado mi trabajo, me dijo que sí. Y empezamos a llevarnos tan bien que un día me llamaron de su oficina para ofrecerme el proyecto de la autobiografía. Me dijeron que Paul quería que le ayudase con eso. Yo contesté que sí, que fantástico. Me hizo un contrato, uno muy bueno, así que estaba encantado. Y empezamos. Nunca terminamos, porque él tenía otras muchas cosas en la cabeza. Pero mi contrato se iba alargando en el tiempo. Al final, entre una cosa y otra, estuve trabajando estrechamente con Paul unos quince años. ¡Y fue una pasada! Iba a las sesiones de grabación con él, a fiestas, a rodajes… vivimos muchos momentos agradables juntos. Lo disfruté mucho. Le pude entrevistar muchas veces, incluso en programas de televisión, escribí anotaciones para sus discos… pero todo eso terminó, «all things must pass». 

Recuerdo un programa de televisión en el que le preguntaron a Paul un detalle de su propia vida, y él respondió «pregúntale a Mark Lewisohn». 

Sí. Era un poco raro, a veces. En una ocasión, por ejemplo, trabajé con George Martin en un documental para la televisión sobre Sgt. Pepper. Pero también seguía trabajando con Paul. Así que ahí estábamos, en Abbey Road entrevistando a McCartney con todo el equipo, las cámaras de televisión y todo lo demás. Entonces el director del documental me dice que le avise si Paul mete la pata con algún dato, para poder pedirle que repitiese su respuesta con el dato correcto. Me quedé ahí sentado, con la esperanza de no tener que intervenir. Pero Paul dijo que tuvo la idea de hacer el disco Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band volando de regreso de Estados Unidos. Y yo sabía que eso no había sucedido así. A ver, no estaba allí, pero sé que tuvo la idea volviendo de Nairobi. De hecho, no voló a Estados Unidos hasta que Sgt. Pepper no estuvo terminado. Y, en el viaje de vuelta, ya estaba pensando en el Magical Mystery Tour. Normalmente dejo pasar estos detalles, realmente no son tan importantes. Excepto si le están grabando para un documental sobre los 25 años del Sgt. Pepper que iba a emitirse por televisión. Así que, mientras el camarógrafo cambiaba el rollo de película, me acerqué al director y le dije «Paul venía de vuelta de Nairobi y no de Estados Unidos cuando tuvo la idea del álbum, no sé qué quieres hacer al respecto». Y va el director y le suelta «Paul, Mark dice que no lo entendiste bien. Que la idea no la tuviste cuando volabas de vuelta de Estados Unidos». A lo que Paul me miró fijamente y contestó «Sí, sí la tuve». Fue un momento muy incómodo, difícil y embarazoso en el que quería que el suelo me tragara. No me despidió, pero no le hizo ni pizca de gracia. Y tuve que aprender cuándo decir algo y cuándo no. Pero, en ese lugar, mi trabajo era decir algo. Me pagaban por decir algo. Así que dije algo, y no cayó bien. A nadie le gusta que le corrijan.

Durante esos quince años trabajando tan estrechamente con Paul, ¿en algún momento sentiste que erais amigos?

No. Podría decirte que teníamos una relación amistosa, pero no éramos amigos. Es decir, uno con sus amigos está en contacto a diario, hablas de muchas cosas y estás al tanto de sus vidas. 

Tiene que ser difícil ser amigo de alguien como Paul McCartney, ¿no crees? No tiene pinta de tener muchos amigos.

Cuando te haces famoso, es difícil determinar el verdadero valor de las amistades que te rodean. Si son amigos tuyos por quién eres como persona, o por quién eres como persona pública. A los famosos les pasa que pierden la confianza en su juicio, en su instinto para identificar a los amigos adecuados. Y para saber si la gente está siendo amable por los motivos correctos, o por motivos equivocados.

Así que no, Paul y yo nunca íbamos a ser amigos. Pero, ya te digo, teníamos una relación amable y amistosa. Quiero decir, he estado casado dos veces. Conoció a mis dos esposas, y era muy majo con ellas. Les decía cosas como «cuida bien de Mark», «me gusta Mark, es un buen tipo» y todo eso. Me preguntaba cómo estaba, o me preguntaba por mis hijos. De hecho, me envió regalos cuando nacieron. Cosas así. A ver, que yo sé que de esas cosas se encarga su oficina, realmente. Pero no lo habrían hecho si no hubiera sido su deseo. No veo a Paul en una tienda eligiendo un regalo para mi bebé. Eso lo hace su secretaria. Aun así, lo aprecié enormemente. Y me sentí muy orgulloso por esos detalles. Pero era una relación profesional, realmente, ¿sabes? 

Pero, a ver Mark, ¿tú has tenido algún trabajo que no esté relacionado con los Beatles? ¿Qué hacías antes de salir tu primer libro, por ejemplo?

Me convertí en historiador profesional de los Beatles en 1983. Y, antes de eso, tuve un trabajo, sí. En realidad, tenía dos trabajos a la vez. Entré a trabajar con dieciséis años a la BBC, cuando terminé la escuela. No fui a la universidad. Y pasé por diferentes puestos administrativos. Pero, a la vez, aproveché mi puesto de trabajo para comenzar a investigar sobre los Beatles en la biblioteca y el archivo de la propia BBC. Así que empecé mi investigación beatle en el trabajo. La BBC era un buen sitio para trabajar. Me sentía orgulloso de la BBC, de hecho todavía lo siento. Después de eso, me fui y entré a trabajar en la revista Music Week. Que es la revista comercial de la industria musical británica. Esa etapa estuvo muy bien, también. Llegué a comprender el funcionamiento de la industria musical, lo que me resultó muy útil, pero lo dejé en 1983 y desde entonces trabajo por mi cuenta.

Prácticamente toda tu vida profesional ha estado conectada con tu pasión por los Beatles ¿Cómo sabes entonces, por ejemplo, cuándo estás trabajando y cuándo de vacaciones?

Nunca me ha resultado difícil. La gente que no entiende lo mucho que uno puede amar a los Beatles me pregunta si no me aburro. Es decir, investigando sobre los Beatles todos los días, siete días a la semana, trescientos sesenta y cinco días al año, prácticamente. Y no, no me aburro. No me aburro porque hay algo extraordinario en ellos, en los Beatles, que hace que el tema siga siendo interesante. Merecen ser investigados a fondo. Y es un honor hacerlo. Y nunca me aburro, aunque es cierto que es un tema que me deja poco tiempo libre. Porque estoy constantemente pensando sobre ello. 

Los Beatles siempre han sido una banda que, si vas por la calle, y le preguntas a cualquiera si puede nombrar a los cuatro… seguramente pueda. Puede que no piensen mucho en los Beatles en su vida diaria, pero conocen sus nombres. Esto no pasa con ninguna otra banda. Ni había pasado, ni creo que vaya a volver a pasar. Creo, además, que hay un buen nivel de conocimiento general acerca de los Beatles. La gente sabe que son de Liverpool y que tocaban en un lugar llamado The Cavern. Incluso llegan a saber que su mánager se llamaba Brian Epstein y su productor George Martin. Al final, Brian Epstein es el mánager más famoso, George Martin el productor más famoso y ellos son la banda más famosa del mundo. También es vox populi que estuvieron juntos, como banda, durante la década de los 60. Y que se separaron después de unos diez años de carrera. Se sabe que hicieron una película llamada «A Hard Day’s Night», un disco llamado «Sgt. Pepper»… Todo eso es cultura popular, lo sabe todo el mundo. Aunque no piensen a menudo en los Beatles. 

Pero la belleza más profunda de los Beatles está en los detalles más profundos, los más escondidos, los más pequeños. Es un honor, y un placer, tener el trabajo de encontrar esos detalles y escribirlos para que otras personas disfruten, ya sabes. Hay un tipo de fan que encuentra cosas y le gusta guardarlas para sí mismo. Como diciendo «yo tengo ese dato y nadie más puede saberlo». Pero siento que los Beatles son para todos. Así que hay que compartirlo todo. Porque cuanto más sabemos de ellos, más los amamos. O, al menos, tenemos mayor capacidad de amarlos. Su historia es milagrosa.


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